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La confesión de Pedro(A)

27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles:

—¿Quién dicen los hombres que soy yo?

28 Ellos respondieron:

—Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. 29 Entonces él les dijo:

—Y vosotros, ¿quién decís que soy?

Respondiendo Pedro, le dijo:

—Tú eres el Cristo.

30 Pero él les mandó que no dijeran esto de él a nadie.

Jesús anuncia su muerte(B)

31 Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días. 32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro lo tomó aparte y comenzó a reconvenirlo. 33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo:

—¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo:

—Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. 35 Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará, 36 porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? 37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

38 Por tanto, el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

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Jehová el Señor me dio
lengua de sabios,
para saber hablar palabras al cansado;
despertará mañana tras mañana,
despertará mi oído
para que escuche como los sabios.
Jehová, el Señor, me abrió el oído,
y yo no fui rebelde
ni me volví atrás.
Di mi cuerpo a los heridores
y mis mejillas a los que me mesaban la barba;
no aparté mi rostro de injurias y de esputos.
Porque Jehová, el Señor, me ayuda,
no me avergoncé;
por eso he puesto mi rostro como un pedernal,
y sé que no seré avergonzado.
Muy cerca de mí está el que me salva:
¿quién contenderá conmigo?
¡Juntémonos!
¿Quién es el adversario de mi causa?
¡Acérquese a mí!
He aquí que Jehová el Señor me ayudará:
¿quién podrá condenarme?
He aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir,
serán comidos por la polilla.

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20 »La sabiduría clama en las calles,
alza su voz en las plazas;
21 Clama en los principales lugares de reunión,
a la entrada de las puertas de la ciudad dice sus razones:
22 “¿Hasta cuándo, ingenuos, amaréis la ingenuidad?
¿Hasta cuándo los burlones desearán burlarse
y los insensatos aborrecerán el conocimiento?
23 ¡Volveos a mi reprensión!,
pues ciertamente yo derramaré mi espíritu sobre vosotros
y os haré saber mis palabras.
24 Yo os llamé, pero no quisisteis escuchar;
tendí mi mano, pero no hubo quien atendiera,
25 sino que desechasteis todos mis consejos
y rechazasteis mi reprensión;
26 por eso, también yo me reiré en vuestra calamidad,
me burlaré cuando os venga lo que teméis,
27 cuando venga como una destrucción lo que teméis
y vuestra calamidad llegue como un torbellino;
cuando sobre vosotros venga tribulación y angustia.

28 »”Entonces me llamarán, pero no responderé;
me buscarán de mañana, pero no me hallarán.
29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría
y no escogieron el temor de Jehová,
30 sino que rechazaron mi consejo
y menospreciaron todas mis reprensiones,
31 comerán del fruto de su camino
y se hastiarán de sus propios consejos.
32 Porque el desvío de los ignorantes los matará,
la prosperidad de los necios los echará a perder;
33 pero el que me escuche vivirá confiadamente,
estará tranquilo, sin temor del mal.”

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Acción de gracias por haber sido librado de la muerte

116 Amo a Jehová,
pues ha oído mi voz y mis súplicas,
porque ha inclinado a mí su oído;
por tanto, lo invocaré en todos mis días.
Me rodearon ligaduras de muerte,
me encontraron las angustias del seol;
angustia y dolor había yo hallado.
Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo:
«¡Jehová, libra ahora mi alma!»

Clemente es Jehová, y justo;
sí, misericordioso es nuestro Dios.
Jehová guarda a los sencillos;
estaba yo postrado, y me salvó.

¡Vuelve, alma mía, a tu reposo,
porque Jehová te ha hecho bien!,
pues tú has librado mi alma de la muerte,
mis ojos de lágrimas
y mis pies de resbalar.
Andaré delante de Jehová
en la tierra de los vivientes.

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La lengua

Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, es una persona perfecta, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves: aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Toda naturaleza de bestias, de aves, de serpientes y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Del mismo modo, ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.

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